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Aguas que curan y entretienen: el secreto termal de Hidalgo que pocos conocen

Por décadas, los balnearios de Hidalgo han sido una de las joyas ocultas del turismo nacional. Aunque muchos los asocian simplemente con vacaciones familiares o chapuzones de fin de semana, detrás de sus cálidas aguas termales se esconde una historia rica en cultura, ciencia natural… ¡y hasta leyendas!

🌋 Bajo tierra: la fuente mágica

Lo que muchos ignoran es que las aguas termales de Hidalgo tienen su origen en la intensa actividad volcánica que tuvo lugar hace miles de años en la región del Eje Neovolcánico. Estas aguas se filtran por capas profundas del subsuelo, se calientan naturalmente, y emergen cargadas de minerales como azufre, sodio, litio y calcio, elementos con propiedades terapéuticas probadas.

Diversos estudios indican que estas aguas ayudan a mejorar la circulación, relajan músculos, alivian dolores articulares y reducen el estrés. Por eso, balnearios como El Géiser, en Tecozautla, han sido reconocidos incluso a nivel internacional por su efecto tipo “spa natural”.

💧 Más que diversión: experiencias únicas

  • Tlaco Water Park, en Ajacuba, tiene una alberca que cambia de tonalidad por la composición mineral del agua. ¡A veces parece turquesa, otras verdosa!
  • Te-Pathé, uno de los favoritos de las familias, no solo ofrece toboganes gigantes y río lento, sino que tiene una zona especial donde puedes enterrarte en arcilla caliente y exfoliarte con barro termal.
  • Maguey Blanco, en Ixmiquilpan, fue uno de los primeros en integrar medicina tradicional en sus servicios, ofreciendo sesiones de temazcal con hierbas aromáticas y limpias energéticas.

🔮 Entre mitos y leyendas

Se dice que en El Tephe, uno de los balnearios más antiguos de la región, hay una cueva subacuática conectada a un “ojo de agua sagrado” que, según los lugareños, era usado por los antiguos hñähñu (otomíes) para ceremonias de purificación. Aunque no hay registro arqueológico oficial, muchos visitantes aseguran sentir una “energía especial” en esa zona del parque.

En El Pathecito, otro centro menos conocido, los cuidadores locales aseguran que por las noches se escuchan cantos cerca del manantial, lo que alimenta la creencia de que hay un espíritu guardián del agua que protege el lugar.

📊 Un motor turístico en cifras

En Semana Santa, se estima que los balnearios hidalguenses reciben más de 500 mil visitantes. La derrama económica supera los 120 millones de pesos, lo que convierte al turismo acuático en uno de los pilares económicos del estado. Además, muchos de estos parques generan empleos directos e indirectos a nivel local, promoviendo el desarrollo en comunidades que dependen del turismo sostenible.

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