La ostentosa fiesta organizada por el alcalde de Tianguistengo, Febronio Rodríguez Villegas, para celebrar los quince años de su hija, no solo es un insulto a la pobreza de su municipio, sino una bofetada a la ciudadanía que exige transparencia y austeridad.
El evento, celebrado el pasado 26 de abril en Zacualtipán, reunió a más de 800 invitados y contó con la actuación estelar de José Alfredo Ríos Meza, mejor conocido como El Komander, figura representativa de los narcocorridos. Según estimaciones, la celebración tuvo un costo aproximado de dos millones de pesos, en un municipio donde más del 60% de la población vive en condiciones de pobreza, de acuerdo con datos del Coneval.
Las críticas no se han hecho esperar. La indignación ciudadana crece, no sólo por el lujo desmesurado de la fiesta, sino por el contexto en el que ocurre: una administración municipal señalada por nepotismo, donde en la nómina figuran familiares directos del alcalde, incluidos su esposa, cuñada, concuño y sobrino.
La Asamblea Municipal ya ha solicitado una investigación formal sobre el origen de los recursos empleados para la celebración. Por su parte, el gobernador Julio Menchaca ha defendido que los ciudadanos pueden gastar su dinero como deseen mientras no se utilicen recursos públicos, sin embargo se comprometió a pedir una revisión a la Contraloría estatal. Mientras tanto, el presidente del Congreso, Andrés Velázquez, ha adoptado una postura prudente, pidiendo no especular hasta tener claridad sobre la procedencia del dinero.
Pero aquí la pregunta que resuena es una sola: ¿quién pompó? ¿Quién pagó esta fiesta? Y sobre todo, ¿a qué costo social y moral se puede permitir un funcionario público presumir opulencia cuando representa a una comunidad que apenas sobrevive?