La política en Hidalgo vive un momento de reacomodos importantes, pero pocos tan significativos como el que protagoniza Benjamín Rico Moreno. Su salida del PRI —un partido al que perteneció durante años y al que contribuyó con trabajo territorial real— no fue un arrebato, sino una decisión que refleja la crisis que enfrenta ese instituto político: la desconexión con la ciudadanía, el desgaste interno y el burocratismo que impide avanzar.
Rico no se fue por capricho; y así lo aclara: se fue porque entiende que Pachuca y el estado necesitan una fuerza política que le permita construir, no estancarse. Y esa fuerza, hoy, la encontró en el Partido Verde Ecologista de México, donde su llegada no solo es estratégica, sino necesaria.
“Yo puedo aportar muchas cosas al Verde. Tenemos una gran presencia en Pachuca, en barrios y colonias”, afirma con claridad. Y tiene razón. Pocos perfiles en la capital cuentan con la estructura, el trabajo de territorio y el reconocimiento social que él ha consolidado. Su presencia en el Verde no es un salto sin rumbo: es una apuesta por un proyecto que se ha ido fortaleciendo en Hidalgo y que busca renovarse con perfiles con trabajo real.
Además, Rico llega con propuestas concretas. No se queda en discursos huecos. “Tenemos buenos proyectos para abonarle al medio ambiente, como el tráfico vehicular que tenemos en Pachuca”, explica. Es un enfoque que encaja perfectamente en la agenda verde, pero más importante: es un enfoque urgente para una capital que sufre todos los días el impacto de decisiones urbanas tomadas durante décadas.
Las voces que lo llaman “traidor”, “desleal” o “infiel” representan justo lo que Benjamín dejó atrás: una política que castiga a quien decide pensar distinto y que premia la obediencia ciega. Ante eso, responde con madurez:
“Yo no caigo en confrontaciones, vengo a sumar, a construir. Pachuca nos necesita, la gente nos necesita.”
Esa frase resume el giro político que vive hoy. Ya no se trata de defender siglas, sino de atender realidades. Quien sigue atrapado en la lógica de los reproches, simplemente no ha entendido que la gente ya no quiere pleitos ni guerras internas: quiere resultados.
Y quizás la declaración más reveladora es la que desarma todo cálculo político:
“No voy por la candidatura de Pachuca, yo vengo a sumar.”
En un estado donde los movimientos suelen estar cargados de ambiciones personales, que un actor con la presencia de Rico no piense ahora en una candidatura —cuando podría pelearla sin problema— habla de un enfoque distinto: construir primero, competir después, y solo si es necesario.
También destaca su visión sobre la juventud:
“Habrá que seguir sumando a la gente joven que quiere participar en política, aprovechar su rebeldía natural; ellos son los que mueven al mundo.”
En tiempos donde la política parece envejecer, Benjamín apuesta por los nuevos liderazgos, por esa generación que quiere participar pero no encuentra espacios reales.
Y cierra con una postura que desmonta cualquier narrativa de “división”:
“No se trata de llevarme a nadie; quien quiera sumarse será valioso.”
Es una invitación abierta, no un llamado a fracturas. Es política desde la cooperación, no desde el cálculo.
La llegada de Benjamín Rico al Verde no es una ruptura: es una evolución. Una señal de que en Hidalgo los liderazgos con trabajo en campo pueden y deben buscar nuevos caminos cuando sus proyectos dejan de tener cabida en partidos que él considera, ya no representan a la gente.
Y si algo ha dejado claro su discurso es que su apuesta no es personal: es por Pachuca. Por una ciudad que, necesita construir, sumar y escuchar. Y hoy, Benjamín Rico llega precisamente con esa bandera.
