En su muy singular estilo de cantar y de vestir, más una natural forma de ser, abierta y cordial, fueron elementos que llevaron a María Victoria Gutiérrez Cervantes a bien acreditar el título de grande en todos los escenarios en que se presentó. Quien escribe aún la recuerda en su artístico esplendor, y permite traerla a la memoria porque vive. En febrero pasado cumplió 98 años, desde luego alejada de la profesión que la llevó a triunfar. María Victoria nació en Guadalajara, Jalisco, el 26 de febrero de 1927. Pasó la mayor parte de su niñez viajando en tren a la Ciudad de México. Inició su carrera en carpas y después en el Salón Margo, después Teatro Blanquita, y en el Teatro Follies Bergere. Llegó a contar que su primer sueldo fue de tres pesos. Conoció al compositor Luis Arcaraz y de ahí despegó a centros nocturnos hasta El Patio, el más concurrido. Esos días alternó con Tin Tan y Agustín Lara. Mayor de edad interpretó boleros y pop. Grabó 16 álbumes de estudio, 13 recopilatorios. Sus primeros sencillos fueron Mentira, Soy feliz, Estoy a solas y Todavía no me muero. Su último trabajo vio la luz en 2021 con sutema Cuidadito, Cuidadito. También incursionó en la llamada Época de Oro del cine mexicano, en varios filmes como Estoy tan enamorada (1954), al igual que en televisión. Sus parejas fueron Manuel Gómez y la más intensa y duradera con Rubén Zepeda Novelo, quien falleció en 1974. Nunca tuvo otro interés amoroso. En 2013 participó en la obra de teatro Perfume de Gardenia, y hasta ahí. Mucho, mucho más que contar; lo anterior es solo compendio.