Pachuca, capital hidalguense, ha sido enaltecida como ciudad, y como sede de incontables ayeres que a lo largo de su historia se han vivido con ella como digno escenario. Esto se refleja en el libro, impreso en enero de 2010, ya antes citado en este espacio: Mí Pachuca, 70 cartas a la Bella Airosa. Las misivas fueron compiladas por Raúl Arroyo. Hoy se suma Luis Rublúo Islas, nacido en la ciudad de México en 1940. Licenciado en Derecho por la UNAM. Director, en dos administraciones del gobierno de Hidalgo. Recibió el Premio Estatal de Ciencias y Bellas Artes en 1980. Autor de 53 libros, entre ellos Historia de la Revolución Mexicana en el estado de Hidalgo. Su aportación la tituló Pachuca, mi bien amada. Refiere: “Acepta mis palabras contenidas en la presente cartas. En estas palabras expreso emociones, recuerdos y reflexiones por el conocimiento -siquiera un poquito- de tu historia”. Continúa: “Hay otro nombre igualmente tuyo, pero no tal reconocido, por el cual me hubiera gustado llamarte: “Querida y bien amada Teotlalpan”; la del Valle de los Dioses. Suena bien, sin embargo, la generalidad alude al sitio estrecho, a Pachoatlán, y eso me hace pensar más que una condición geourbana o de tus planos, en una intimidad entrañable, por muy estrecha, es decir, por muy mía”.
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