Columna de OpiniónTulancingo

Un paso histórico hacia la inclusión en Tulancingo

Tulancingo vive un momento que marcará un antes y un después en la construcción de una sociedad más justa: la apertura de la Dirección General de Inclusión para las Personas con Discapacidad y Personas Cuidadoras. No se trata solo de una oficina más dentro de la administración pública; es, en realidad, el reconocimiento de un sector que durante décadas permaneció invisibilizado, pese a su peso y relevancia en la vida social de nuestro municipio.

De acuerdo con el último censo del INEGI, más de 26 mil personas en Tulancingo viven con alguna discapacidad, limitante o condición mental. A ellas se suma un número significativo de personas cuidadoras que, muchas veces sin reconocimiento ni apoyo, sostienen con su esfuerzo silencioso la vida cotidiana de familias enteras. Este dato no es menor: nos habla de una realidad que exige respuestas inmediatas y estructurales.

En este contexto, resulta fundamental subrayar el liderazgo de la presidenta municipal Lorena García Cázares, quien desde el inicio de su campaña política se comprometió a trabajar a favor de la inclusión. Hoy, con la creación de esta nueva dirección, ese compromiso se convierte en una realidad palpable. Su visión y voluntad política han hecho posible que Tulancingo cuente con un espacio específico para atender una de las causas más urgentes y sensibles de la agenda social.

La dirección, encabezada por Diana Esmeralda Peña Canales, tiene la misión de construir una sociedad sensible, justa y respetuosa de la dignidad y autonomía de cada persona. Para lograrlo, trabajará en tres ejes concretos:

  1. Políticas, proyectos y vinculación interinstitucional, para que la inclusión deje de ser un discurso aislado y se convierta en práctica de gobierno.
  2. Capacitación, sensibilización e inclusión, que permitan derribar prejuicios y transformar la cultura social.
  3. Inclusión laboral y proyectos productivos, porque sin oportunidades reales de desarrollo económico no puede hablarse de igualdad plena.

Lo simbólico y lo práctico convergen en esta decisión. Lo simbólico, porque Tulancingo envía un mensaje claro: aquí no hay ciudadanos de segunda, todas las personas merecen un lugar digno y respetado. Lo práctico, porque esta dirección abre un camino de políticas públicas tangibles que, bien ejecutadas, pueden cambiar vidas.

El reto es inmenso, pero la oportunidad lo es aún más. Lo que hoy comienza puede sentar las bases de un Tulancingo más humano, libre de estigmas y prejuicios, donde la diferencia no sea motivo de exclusión, sino parte de la riqueza que nos define como comunidad.

En un tiempo en el que la política suele asociarse con promesas incumplidas, resulta esperanzador atestiguar que un compromiso de campaña se transforme en una acción concreta con impacto social. Ese mérito corresponde directamente a la presidenta Lorena García Cázares, quien ha hecho de la inclusión un eje de su gobierno y una causa de dignidad para Tulancingo.

La historia se construye con hechos, y este es uno de ellos. Tulancingo ha dado un paso firme hacia la inclusión. Y ese paso, sin duda, nos engrandece a todos.

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