En un ambiente de orgullo comunitario y memoria histórica, habitantes del ejido La Estancia celebraron este fin de semana el centenario de su fundación, un siglo marcado por la lucha campesina, el arraigo a la tierra y la búsqueda constante de mejores condiciones para el campo hidalguense.
Durante la ceremonia oficial, el gobernador Julio Menchaca Salazar acudió como invitado de honor para participar en los actos conmemorativos y refrendar el respaldo de su administración al sector rural. En su mensaje, el mandatario reconoció la fortaleza de la comunidad y destacó la importancia de mantener viva la identidad ejidal: “No solamente van a ser cien años, van a ser muchos más, porque hay ese sentido de pertenencia, ese cariño por la tierra y por lo nuestro, que debemos trasladar a las nuevas generaciones”, expresó.
Por su parte, Alfredo Galarza Hernández, comisariado ejidal de La Estancia, subrayó que el aniversario representa el sacrificio y la esperanza de los fundadores, quienes hace un siglo lograron consolidar este núcleo agrario con trabajo colectivo y resistencia frente a las adversidades.
Antes de la ceremonia, las autoridades locales y estatales inauguraron una glorieta conmemorativa y realizaron una guardia de honor en el monumento al campesino, símbolo del esfuerzo que ha sostenido a esta comunidad rural a lo largo del tiempo.
Las actividades por el centenario se extenderán durante nueve días e incluirán eventos cívicos, deportivos, culturales y gastronómicos, además de la apertura del museo ejidal, la presentación de un libro conmemorativo y un corrido que busca preservar la historia de La Estancia.
Aunque el discurso oficial reiteró el compromiso con el campo, habitantes de la región reconocen que las celebraciones también ponen en evidencia los desafíos que aún enfrenta la vida ejidal: falta de apoyos sostenidos, migración juvenil y la necesidad de fortalecer la producción agrícola ante los efectos del cambio climático.
La fiesta por los cien años de La Estancia es, así, tanto una celebración de identidad como un recordatorio de las deudas históricas que persisten en el corazón rural de Hidalgo.
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