Columna de Opinión

Hidalgo Honesto: cuando la austeridad construye

Por primera vez en la historia de Hidalgo, y con recursos propios, se construyó una sede digna para la Secretaría de la Contraloría. Un hecho que demuestra que la rendición de cuentas no solo se exige… también se ejerce. Lo que muchos gobiernos apenas anuncian, aquí ya tiene forma, estructura y nombre: Hidalgo Honesto.

Tres edificios modernos, funcionales y sustentables concentran ahora las tareas de vigilancia, auditoría y transparencia. No es promesa, es obra. No es discurso, son hechos. Un mensaje claro: el buen gobierno no solo se fiscaliza, se construye. Literalmente.

Con la puesta en marcha del complejo —que operará en su totalidad a partir del 15 de agosto— se centralizan funciones clave de contraloría, supervisión y auditoría que antes estaban dispersas. Esta reorganización permitirá un ahorro estimado de más de 200 millones de pesos en los próximos seis años. Recursos que, en otro tiempo, se habrían perdido en rentas, gastos operativos superfluos o simples ineficiencias administrativas.

Los edificios “Control de Calidad”, “Honestidad” e “Integridad”, ubicados en la zona poniente de Pachuca, albergan ahora a más de 500 servidores públicos. Personal que antes trabajaba en oficinas improvisadas o arrendadas, y que hoy lo hace bajo un mismo techo, con mejores herramientas, conectividad, accesibilidad y condiciones laborales más dignas. La apuesta es clara: mejorar el servicio público desde adentro también mejora la atención ciudadana, la transparencia de los procesos y la capacidad de respuesta institucional.

Este avance no sería posible sin el liderazgo firme de Álvaro Bardales, actual contralor del estado, quien ha llevado el cargo más allá de sus funciones tradicionales. Bardales no solo ha observado y señalado —como suele esperarse de un contralor—, sino que ha propuesto, optimizado y construido. Lejos del burócrata de escritorio, ha demostrado visión estratégica, oficio político y compromiso técnico. No pidió eficiencia: la practicó. Primero con ahorros internos, luego con planeación de largo plazo, y finalmente con resultados tangibles: los Edificios del Buen Gobierno.

Además de su valor simbólico, el proyecto destaca por su diseño sostenible e inteligente: paneles solares, reuso de aguas grises, ventilación cruzada, separación de residuos, accesibilidad universal, aulas de capacitación, laboratorios técnicos, cabinas de grabación, ventanillas de atención ciudadana… todo concebido para lograr eficiencia operativa y servicio al ciudadano.

Y el corazón tecnológico del complejo no se queda atrás. Más de 10 mil metros de cableado estructurado recorre los edificios, enlazando oficinas, salas, direcciones y áreas de atención. La red alcanza velocidades de hasta 10 gigabits por segundo, garantizando servicios críticos como video vigilancia, telefonía IP y plataformas institucionales. Además de un sistema de circuito cerrado con control de accesos, que protege las áreas críticas y se extenderá a todo el complejo.

Este ecosistema no solo optimiza la operatividad, refuerza la seguridad y mejora la comunicación interna; impulsa también una cultura institucional moderna, digital y orientada al servicio público.

La historia de Hidalgo ha atravesado momentos de derroche, simulación y dispendio. Hoy, sin grandes reflectores ni promesas huecas, una obra como esta rompe esa inercia. Lo que antes eran rentas y pasivos, hoy son cimientos y ladrillos. Lo que antes era gasto, hoy es inversión en futuro.

Hidalgo Honesto no es solo el nombre de un proyecto: es una declaración de principios convertida en concreto y acero. En un contexto donde la desconfianza hacia lo público ha crecido, estos edificios se levantan como símbolo de que sí se puede gobernar con ética, con resultados y con sentido común. Porque cuando la honestidad deja de ser discurso y se vuelve estructura, no solo se vigila el poder: se transforma. Y eso —por primera vez en Hidalgo— ya tiene dirección, cimientos y puertas abiertas.

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