Los combates de gladiadores celebrados en los anfiteatros eran el espectáculo preferido por el pueblo romano, que, como otras muchas culturas disfrutaba con la muerte del débil o la ejecución del condenado. Los enfrenamientos entre fieras salvajes y hombres, así como el combate a muerte entre los luchadores, eran un elemento casi obligatorio en cualquier programa de festejos públicos y a nadie causaban espanto. Al fin y al cabo, un gladiador era el resultado de una gran inversión destinada a morir o a matar ante un público que aplaudía y celebraba las faenas más interesantes.
anterior