El cerebro nunca está de vacaciones, aclara Hugo Sánchez Castillo, del Laboratorio de Neuropsicofarmacología y Estimación Temporal de la Facultad de Psicología (FP), de la UNAM, quien afirma que este órgano solo detiene su funcionamiento con la muerte, pero tiene una menor carga durante un periodo de asueto.
“Cuando viene el periodo vacacional, los que pueden, nos desengarzamos de muchas de estas actividades microestresoras, como acciones de la vida cotidiana que provocan tensión: no tengo que llevar a mis hijos a la escuela, me relajo, con ello viene un decremento del cortisol, cambios en los sistemas de dopamina, de adrenalina, y quizá se liberan opioides endógenos (betaendorfinas, metencefalinas, leuencefalinas y dinorfinas)”, indica.
“La disminución en los niveles de estrés puede producir efectos benéficos: una mejora en el ciclo sueño-vigilia se refleja inmediatamente en las funciones cognitivas, en la sensación de bienestar, con la recuperación de los sistemas musculoesquelético, incluso en el mismo talante, en la postura”, detalla.
Cuidar nuestro cerebro, añade, requiere de sueño adecuado, dormir a tus horas, reposar y disponer de una actividad lúdica. Además, procurar la ingesta de alimentos balanceados, así como evitar abusar de bebidas alcohólicas. Sugiere no exagerar porque paradójicamente puede ocasionar detrimento, es decir, necesitar vacaciones de las vacaciones.