El 11 de diciembre de 1881, las principales calles de la ciudad de México son dotadas de alumbrado eléctrico para júbilo de sus habitantes. La energía eléctrica conjuntamente con el petróleo y las vías de comunicación, tenían reservado un papel importante en el despliegue económico mexicano. Esta energía en principio sirvió para alumbrar y las oscuras minas y hacer funcionar motores y telares para incrementar la producción y la productividad en la incipiente industria. El servicio de alumbrado público representaba en ese momento en la vida del país sólo el aprovechamiento marginal de las plantas eléctricas que ociosas por lo general durante la noche, eran utilizadas también para las modestas necesidades del servicio municipal, las cuales proporcionaban una tímida iluminación a los pueblos madrugadores apegados todavía a sus costumbres y a su raíz rural.
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