La recopilación de Sandra Molina es atractiva desde el primer momento en que se analiza su recopilación. Algunos de quienes aparecen son reconocidos, otros no. Casi al azar encontramos a Victoriano Huerta (1845-1916). Se cita que su autoritarismo lo convirtió en pieza clave de la paz porfiriana. Ordenó los asesinatos ocurridos el 22 de febrero de 1913 de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez. Sus esfuerzos por encubrir el magnicidio fracasaron. Ante el avance de la revolución constitucionalista y una nueva invasión estadounidense, Huerta huyó del país. El 13 de enero de 1916 falleció a consecuencia de una cirrosis hepática en El Paso, Texas.
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