Dramaturgo irlandés muy reconocido, George Bernard Shaw (Dublín 1856-Londres 1950) enfrentó numerosos enemigos en la alta sociedad británica. Durante una reunión, un joven aristócrata, insolente y arrogante, se le acercó y le dijo:
-Dígame, señor Shaw, ¿no fue su padre un modesto comerciante de granos?
-En efecto- contestó el aludido.
-Me gustaría sabe -insistió el inquisidor- ¿cómo es que usted no lo sea?
Shaw sonrió, miró al sujeto, y arremetió:
-Y yo tengo entendido que su padre era un caballero inglés.
– ¡Naturalmente!
-A mí también me gustaría saber por qué usted no lo fue.