Investigadora de la UNAM analiza bacterias que forman esporas y podrían transferir genes resistentes, incluso a otras especies.
La resistencia a los antibióticos podría estar más cerca de lo que imaginamos: en el propio intestino humano.
Alba Romero Rodríguez, investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, estudia bacterias intestinales capaces de formar esporas, estructuras que les permiten sobrevivir en condiciones extremas y conservar genes resistentes a antibióticos.
“El problema es que esos genes podrían pasar a otras bacterias, incluso patógenas”, advirtió.
En sus análisis, basados en muestras fecales de personas sanas y pacientes hospitalizados, el equipo ha detectado que bacterias como Clostridioides difficile no solo sobreviven con facilidad en hospitales, sino que acumulan genes resistentes y provocan infecciones graves.
El uso indiscriminado de antibióticos, sumado a la facilidad con la que estas esporas persisten en superficies y se trasladan entre pacientes, incrementa el riesgo de brotes difíciles de tratar.
A pesar del panorama, la investigadora encontró que en personas sanas los genes resistentes son pocos y poco transferibles, lo que abre la puerta a terapias basadas en microbiota saludable.
Romero también impulsa un biobanco de bacterias benéficas para evaluar si pueden frenar a patógenos resistentes como C. difficile.
🔍 Recomendación clave: mantener una microbiota equilibrada y reforzar hábitos de higiene como el lavado de manos, para evitar infecciones y reducir el uso de antibióticos innecesarios.