Mucho antes de convertirse en uno de los mayores triunfadores de Estados Unidos, Franklin ideó un método que le ayudó a superar los inevitables fracasos de la vida, y que podría ayudarle a dominar sus propósitos de año viejo.
Cuando aún era joven, Franklin ideó lo que llamó su “audaz y arduo proyecto de alcanzar la perfección moral”. Con una confianza encantadora, se propuso dominar 13 virtudes, entre ellas la templanza, la frugalidad, la castidad, la industria, el orden y la humildad.
En un movimiento típicamente Frankliniano, aplicó un poco de estrategia a sus esfuerzos, concentrándose en una virtud a la vez. Comparó este enfoque con el de un jardinero que “no intenta erradicar todas las malas hierbas a la vez, lo que excedería su alcance y sus fuerzas, sino que trabaja en uno de los macizos cada vez”.
En su autobiografía, donde describió este proyecto en detalle, Franklin no dijo que vinculaba su proyecto a un nuevo año. Tampoco se dio por vencido cuando resbaló una vez – o más de una vez.
“Me sorprendió encontrarme mucho más lleno de defectos de lo que había imaginado, pero tuve la satisfacción de verlos disminuir”, escribió Franklin.